Star wars: the clones collectoR
1977.
Star Wars había sido estrenada en los cines y estaba causando una revolución en el séptimo arte que cambiaría el Cine para siempre. También nacería un género de juguetes inspirados en esa película que pasarían de ser simples muñequitos para niños a objetos de colección para adultos.
Ese mismo año (hace muuuuucho tiempo, en un lugar nooooo tan lejano) dos hermanos se jugaron a la suerte quién iba a coleccionar qué bando de las figuras de acción fabricadas por Kenner para la franquicia Star Wars. Rebeldes o Imperiales. Imperiales o Rebeldes. Buenos o Malos. Malos o Buenos.
Yo quería coleccionar a los Imperiales, no me interesaban los rebeldes, los Imperiales eran los MALOS, eran los más oscuros, eran los mejores: tenían un líder recontra mostro vestido todo de negro, con capa y un casco como el de un soldado alemán de la Segunda Guerra Mundial, y los soldados del Imperio usaban (inútiles) armaduras que les daban un aspecto de lo más pro (inútil, también, dicho sea de paso).
Yo quería coleccionar a los Imperiales.
A la seca... ¡Yan-Ken-Po!
¡¡¡Pota madre, Jhonny, perdí!!!
Así fue cómo es que servidor, aceptando el resultado obtenido, tuvo que contentarse con los estúpidos y aburridos Rebeldes de marras.
¡Vaya qué mala suerte!
Y a la vez este evento sería el pvntvs incvbvs de una enfermedad que se manifestaría 31 años después, una enfermedad incurable presente en todo el mundo occidental...
Star Wars había sido estrenada en los cines y estaba causando una revolución en el séptimo arte que cambiaría el Cine para siempre. También nacería un género de juguetes inspirados en esa película que pasarían de ser simples muñequitos para niños a objetos de colección para adultos.
Ese mismo año (hace muuuuucho tiempo, en un lugar nooooo tan lejano) dos hermanos se jugaron a la suerte quién iba a coleccionar qué bando de las figuras de acción fabricadas por Kenner para la franquicia Star Wars. Rebeldes o Imperiales. Imperiales o Rebeldes. Buenos o Malos. Malos o Buenos.
Yo quería coleccionar a los Imperiales, no me interesaban los rebeldes, los Imperiales eran los MALOS, eran los más oscuros, eran los mejores: tenían un líder recontra mostro vestido todo de negro, con capa y un casco como el de un soldado alemán de la Segunda Guerra Mundial, y los soldados del Imperio usaban (inútiles) armaduras que les daban un aspecto de lo más pro (inútil, también, dicho sea de paso).
Yo quería coleccionar a los Imperiales.
A la seca... ¡Yan-Ken-Po!
¡¡¡Pota madre, Jhonny, perdí!!!
Así fue cómo es que servidor, aceptando el resultado obtenido, tuvo que contentarse con los estúpidos y aburridos Rebeldes de marras.
¡Vaya qué mala suerte!
Y a la vez este evento sería el pvntvs incvbvs de una enfermedad que se manifestaría 31 años después, una enfermedad incurable presente en todo el mundo occidental...
WOULD YOU LIKE TO KNOW MORE?
Buehhhhhh... ¿Cómo decirlo en términos simples? Tal vez así:
1.- Había una vez un joven cineasta que tenía la intención de filmar una película de palomitas de maíz, llamada Star Wars, sin mayores aspiraciones que darle a una audiencia aburrida de una cinematografía realista un poco de la fantasía olvidada hacía décadas ya, una simple y sin ambiciones película de aventuras en un falso marco de ciencia ficción.
2.- Sin proponérselo la película en cuestión termina convirtiéndose en un fenómeno de escala mundial llegando hasta el nivel de trasmutarse, con los años, en una franquicia de culto que continua hasta el día de hoy (y que parece no tener cuando acabar).
3.- Dentro de lo impensable George Lucas, el padre de la criatura, tuvo la idea de poner en los escaparates de las tiendas mercadería relacionada con Star Wars, proponiendo a los estudios Fox y consiguiendo sin mayor problema que los derechos de esta mercadería le pertenezcan en exclusiva a él (ahí fue cuando la Fox cometió el mayor error comercial de su existencia al pensar que esto era un asunto que no tendría algún rebote económico de importancia).
4.- Con el tiempo las mayores ganancias de la franquicia estarían en la mercadería y no en la taquilla recaudada en los cines y George Lucas, además de crear un culto sin precedentes en la historia del Cine (¿y del Arte?), había creado un verdadero Imperio económico con sus muñequitos, navecitas, jueguitos, ropitas y demás derivados comerciales imaginables, Imperio lúdico que hasta el día de hoy, 36 años más tarde del estreno de Star Wars, sigue en pie y sin ningún indicio de entrar en colapso
5.-Pero también fue el inicio de una enfermedad que afecta a millones y millones de seres humanos en el planeta, uno de cuyos peores síntomas es algo similar a esto:
Sí, Dios mío, es... es terrible...
¡No, no lo es, es patético!
No, no es patético, esto es... es... putaón, esto es algo propio de unos pobres imbéciles, Jhonny, es algo digno de retrasados mentales llegar a este extremo de cojudo fan atismo...
¿O no?
Em, bueno, esta paciente no está tan mal que digamos...
¡Paf, qué coronchos estoy diciendo, si yo mesmo casi estuve en el mesmo saco de patetismo/imbecilidad/deficiencia mental en el que están los tíos de la foto de arriba (los de la foto de arriba, eh, los-de-la-foto-de-arriba, a la niña la dejamos en paz)!
Bueno, casi-casi, por un pelín la infección no me llevó a ese límite sin retorno.
Casi-casi.
En todo caso aún llevo la enfermedad en la sangre, aunque controlada (¿...?), a Dios gracias.
¿Y cómo es que esta enfermedad me afecta a moi? Hay que partir del nefasto resultado del torneo de ¡Yan-Ken-Po! con mi hermano en 1977. Con el inapelable resultado obtenido las figuras de acción y vehículos y otras criaturas correspondientes a la Alianza Rebelde y asociados me correspondían a mí. Paconcha hasta los personajes de la cantina estaban fuera de mi jurisdicción ya que al ser seres extraños y feos eran por lo tanto parte de los malos y como a mí en el ¡Yan-Ken-Po! de porquería me habían tocado los buenos ni siquiera podía ser dueño de alguno de los putos músicos de la cantina. Para colmo de males el resultado del jodido ¡Yan-Ken-Po! se extendería (juramento de hermanos) hasta The Empire Strikes Back y Return of the Jedi. ¡¡¡ AAAAAHHHHH !!! Así que aceptar lo que me tocó tuve (de paso y sin saberlo -hoy lo sé- mi iniciación en el camino del Zen y el Tao se dio con el ¡Yan-Ken-Po! de marras, y doy gracias): dedicarme a los pussys rebelditos y sus más que pussys navecitas. Con el tiempo las cosas seguirían su curso natural, mi colección entera de Star Wars pasó a algo así como el baúl de Andy y en un momento, no recuerdo el año, pero ya estaba en los primeros años de la universidad, a mi hermano se le ocurrió la idea de vender todas las vainas de Star Wars que estaban hongueándose sin ver la luz del día. A mi, que prácticamente me había olvidado de su existencia, me dio igual. No tenía ningún cariño ni apego por esos juguetitos rebeldes de coñas que nunca había querido pero que siempre acepté (Ommmmmmmmmmmmmmmmmmm). Así que se los di a mi hermano para que se encargara del negocio. Estamos hablando de las figuras de acción y naves que Kenner hizo desde 1977 hasta mediados de la década de los 80.
Se vendió la gran mayoría de las figuras y todas las naves a muy buen precio (lo extraño para mí fue que los compradores eran niños de entre 12 y 16 años) y nos repartimos el dinero según lo que le tocaba a cada uno. Lo que no se vendió, unas diez o doce figuras diversas, me las dio mi hermano para que hiciera con ellas lo que me viniera en gana.
Ninguna de ellas correspondía a las Fuerzas Imperiales.
Ninguna.
Si tan sólo una de ellas...
Pero no.
(Lágrimas de dolor seguidas por un profundo Ommmmmmmmmm)
La mitad de los remanentes de la colección de Star Wars que los hermanos Rivera López Torres tuvieron durante muchos años pasó a ser propiedad de mi pequeño primo Micky y de los hijos de unas amigas mías.
Pero fuera de mi desamor con la facción que me tocó coleccionar las tres películas de Star Wars sí habían afectado a mi psique. Enfermándome durante años. Sí, enfemándome, pues si uno piensa que la adicción es una enfermedad... Em, un momento, nunca fui un adicto a Star Wars, adicto-adicto a un producto cinematográfico lo que se dice adicto pues naranjas, no, no llegué a eso, ¿un geek? ¡Oh no, Dios, por suerte me libraste de esto!
La enfermedad más bien (y por suerte) se manifestó como un continuo interés en el universo creado por Lucas. Me aprendí muchísimas cosas acerca de la preproducción, producción y postproducción de la primera saga; buscaba información con avidez en donde podía (en un mundo aún sin Internet); me compré las novelas de las películas (absurdas e inconsistentes narraciones de lo mismo que se veía en las pantallas, siendo la primera de estas novelas escrita por el mismísimo George Lucas); en un cumpleaños pedí que me regalasen un disco (de vinilo y en 45") que venía con un libro ilustrado de Star Wars y en el que se narraba la película, se escuchaban los diálogos y los efectos; en una Feria del Pacífico me quedé petrificado durante dos horas viendo por primera vez Star Wars en un televisor y ¡¡¡A COLORES!!!; en otro cumpleaños pedí que me regalasen la banda sonora de Return of the Jedi (también en vinilo); cuando pasaron las películas en el canal 2 en el bloque Función Estelar, nefastamente divididas en dos partes cada película (lo cual significó estar pegado como un imbécil durante seis domingos -¿continuos?- por más de dos horas en la noche absorbiendo además toda la basura comercial), el mundo me supo a gloria y las grabé sin comerciales en cintas betamax; y veia las películas a cada rato; la llegada de Internet hizo que buscara más información sobre las películas y sobre la "tecnología existente" en el universo de Star Wars, lo cual ya era demasiada frikés y empecé a "investigar" en el cómo de estas tecnologías; cuando supe que Star Wars : Episode IV A New Hope (nueva denominación para la franquicia) se iba a reestrenar en 1997 junto con las otras dos películas remasterizadas y con escenas adicionales y vainas digitales bajo el nombre de Star Wars Special Edition casi me da un infarto; cuando las fui a ver tuve accesos de histeria -llanto incluído- y episodios de incontinencia urinaria en el cine en cada ocasión; después compraría las películas de la Edición Especial en cintas VHS que venían en una caja plateada -la versión widescreen-, caja que se convertiría en un objeto de adoración; con el tiempo y sabiendo que Lucas planeaba la producción de los tres episodios iniciales tuve accesos de ansiedad cada vez que conocía información acerca de la producción de las nuevas películas de la franquicia.
Cuando llegó el esperado Episodio I en 1999 tuve que tomar calmantes para no desfallecer en la noche de estreno a la que acudí, un jueves en la madrugada en la sala más grande de los cines que están en Larcomar; y así sucedería después con los Episodios II y III, esperando el estreno de las películas e informándome a rabiar antes de estas; cuando salieron las versiones en DVD compré los seis episodios en originales -piratas ni de vainas- y fueron la joya de mi videoteca -de originales, claro- hasta que fueron reemplazadas por copias en Blu-Ray, sí, copias nada más, copias piratas de 5 lucrecias c/u ya que dada la alta calidad de video y audio de las mismas hubiera sido un absurdo pagar los casi 20 dolores por cada una de las películas en Blu-Ray originales (¿o no, o no, qué tú dices?, pero eso sí las copias en Blu-Ray de todas las películas las guardo en las cajas de los DVD originales, una simple consideración de caché). ¿Y qué es todo esto sino una enfermedad, eh? ¿No lo es acaso? Es una enfermedad, sí señor. Jhonny, si además me pongo a pensar que a excepción del Episodio V (y por respeto religioso exceptúo también al Episodio IV) personalmente considero que todos los demás episodios cinematográficamente hablando son una absoluta basura... ¿¡cómo caraxos se explica que termine teniendo en mi colección de películas unas películas que considero que son pésimas!?
Bueno, la respuesta es que estoy, como otros muchos millones, enfermo, infectado por el virus Star Wars, un virus que se ha incubado en la mente de millones de ingenuos desde 1977 y se sigue incubando hasta el día de hoy con diversas manifestaciones. En mi caso es la adoración sin sentido de unas peliculetas (exepto una -lo repito-: The Empire Strikes Back) mal actuadas, mal escritas y pesimamente dirigidas. Sí, así es, es la pura verdad, hasta los mismos fanaticoenfermos senior de Star Wars lo aceptan, lo declaran y lo gritan a los cuatro mil vientos... y sin embargo siguen (seguimos) arrastrándose (arrastrándonos) detras de master Lucas. Eso evidencia la enfermedad de la cual sufrimos, la enfermedad que nos "inyectaron" para estar como unos (imaginar la voz de Homero Simpson) babosos consumiendo la mercadería de unas películas que en el mejor de los casos tienen unas cuantas secuencias de acción bastante bien hechas y un despliegue visual impresionante. Creo, Jhonny, que es esto lo que me engancha de la saga y lo que hace que de vez en cuando ponga algún disco y vea algunas secuencias de alguna de las películas. Y como ahora, bajo la égida de Disney, se van a producir los Episodios VII, VIII y IX... pues ni yo ni otros millones tenemos esperanza de cura alguna y seguiremos como unos (otra vez imaginar la voz de Homero Simpson) babosos detras de la franquicia más productiva del mundo del Cine. Aunque tal vez las cosas mejoren...
¡No, no lo es, es patético!
No, no es patético, esto es... es... putaón, esto es algo propio de unos pobres imbéciles, Jhonny, es algo digno de retrasados mentales llegar a este extremo de cojudo fan atismo...
¿O no?
Em, bueno, esta paciente no está tan mal que digamos...
¡Paf, qué coronchos estoy diciendo, si yo mesmo casi estuve en el mesmo saco de patetismo/imbecilidad/deficiencia mental en el que están los tíos de la foto de arriba (los de la foto de arriba, eh, los-de-la-foto-de-arriba, a la niña la dejamos en paz)!
Bueno, casi-casi, por un pelín la infección no me llevó a ese límite sin retorno.
Casi-casi.
En todo caso aún llevo la enfermedad en la sangre, aunque controlada (¿...?), a Dios gracias.
¿Y cómo es que esta enfermedad me afecta a moi? Hay que partir del nefasto resultado del torneo de ¡Yan-Ken-Po! con mi hermano en 1977. Con el inapelable resultado obtenido las figuras de acción y vehículos y otras criaturas correspondientes a la Alianza Rebelde y asociados me correspondían a mí. Paconcha hasta los personajes de la cantina estaban fuera de mi jurisdicción ya que al ser seres extraños y feos eran por lo tanto parte de los malos y como a mí en el ¡Yan-Ken-Po! de porquería me habían tocado los buenos ni siquiera podía ser dueño de alguno de los putos músicos de la cantina. Para colmo de males el resultado del jodido ¡Yan-Ken-Po! se extendería (juramento de hermanos) hasta The Empire Strikes Back y Return of the Jedi. ¡¡¡ AAAAAHHHHH !!! Así que aceptar lo que me tocó tuve (de paso y sin saberlo -hoy lo sé- mi iniciación en el camino del Zen y el Tao se dio con el ¡Yan-Ken-Po! de marras, y doy gracias): dedicarme a los pussys rebelditos y sus más que pussys navecitas. Con el tiempo las cosas seguirían su curso natural, mi colección entera de Star Wars pasó a algo así como el baúl de Andy y en un momento, no recuerdo el año, pero ya estaba en los primeros años de la universidad, a mi hermano se le ocurrió la idea de vender todas las vainas de Star Wars que estaban hongueándose sin ver la luz del día. A mi, que prácticamente me había olvidado de su existencia, me dio igual. No tenía ningún cariño ni apego por esos juguetitos rebeldes de coñas que nunca había querido pero que siempre acepté (Ommmmmmmmmmmmmmmmmmm). Así que se los di a mi hermano para que se encargara del negocio. Estamos hablando de las figuras de acción y naves que Kenner hizo desde 1977 hasta mediados de la década de los 80.
Se vendió la gran mayoría de las figuras y todas las naves a muy buen precio (lo extraño para mí fue que los compradores eran niños de entre 12 y 16 años) y nos repartimos el dinero según lo que le tocaba a cada uno. Lo que no se vendió, unas diez o doce figuras diversas, me las dio mi hermano para que hiciera con ellas lo que me viniera en gana.
Ninguna de ellas correspondía a las Fuerzas Imperiales.
Ninguna.
Si tan sólo una de ellas...
Pero no.
(Lágrimas de dolor seguidas por un profundo Ommmmmmmmmm)
La mitad de los remanentes de la colección de Star Wars que los hermanos Rivera López Torres tuvieron durante muchos años pasó a ser propiedad de mi pequeño primo Micky y de los hijos de unas amigas mías.
Pero fuera de mi desamor con la facción que me tocó coleccionar las tres películas de Star Wars sí habían afectado a mi psique. Enfermándome durante años. Sí, enfemándome, pues si uno piensa que la adicción es una enfermedad... Em, un momento, nunca fui un adicto a Star Wars, adicto-adicto a un producto cinematográfico lo que se dice adicto pues naranjas, no, no llegué a eso, ¿un geek? ¡Oh no, Dios, por suerte me libraste de esto!
La enfermedad más bien (y por suerte) se manifestó como un continuo interés en el universo creado por Lucas. Me aprendí muchísimas cosas acerca de la preproducción, producción y postproducción de la primera saga; buscaba información con avidez en donde podía (en un mundo aún sin Internet); me compré las novelas de las películas (absurdas e inconsistentes narraciones de lo mismo que se veía en las pantallas, siendo la primera de estas novelas escrita por el mismísimo George Lucas); en un cumpleaños pedí que me regalasen un disco (de vinilo y en 45") que venía con un libro ilustrado de Star Wars y en el que se narraba la película, se escuchaban los diálogos y los efectos; en una Feria del Pacífico me quedé petrificado durante dos horas viendo por primera vez Star Wars en un televisor y ¡¡¡A COLORES!!!; en otro cumpleaños pedí que me regalasen la banda sonora de Return of the Jedi (también en vinilo); cuando pasaron las películas en el canal 2 en el bloque Función Estelar, nefastamente divididas en dos partes cada película (lo cual significó estar pegado como un imbécil durante seis domingos -¿continuos?- por más de dos horas en la noche absorbiendo además toda la basura comercial), el mundo me supo a gloria y las grabé sin comerciales en cintas betamax; y veia las películas a cada rato; la llegada de Internet hizo que buscara más información sobre las películas y sobre la "tecnología existente" en el universo de Star Wars, lo cual ya era demasiada frikés y empecé a "investigar" en el cómo de estas tecnologías; cuando supe que Star Wars : Episode IV A New Hope (nueva denominación para la franquicia) se iba a reestrenar en 1997 junto con las otras dos películas remasterizadas y con escenas adicionales y vainas digitales bajo el nombre de Star Wars Special Edition casi me da un infarto; cuando las fui a ver tuve accesos de histeria -llanto incluído- y episodios de incontinencia urinaria en el cine en cada ocasión; después compraría las películas de la Edición Especial en cintas VHS que venían en una caja plateada -la versión widescreen-, caja que se convertiría en un objeto de adoración; con el tiempo y sabiendo que Lucas planeaba la producción de los tres episodios iniciales tuve accesos de ansiedad cada vez que conocía información acerca de la producción de las nuevas películas de la franquicia.
Cuando llegó el esperado Episodio I en 1999 tuve que tomar calmantes para no desfallecer en la noche de estreno a la que acudí, un jueves en la madrugada en la sala más grande de los cines que están en Larcomar; y así sucedería después con los Episodios II y III, esperando el estreno de las películas e informándome a rabiar antes de estas; cuando salieron las versiones en DVD compré los seis episodios en originales -piratas ni de vainas- y fueron la joya de mi videoteca -de originales, claro- hasta que fueron reemplazadas por copias en Blu-Ray, sí, copias nada más, copias piratas de 5 lucrecias c/u ya que dada la alta calidad de video y audio de las mismas hubiera sido un absurdo pagar los casi 20 dolores por cada una de las películas en Blu-Ray originales (¿o no, o no, qué tú dices?, pero eso sí las copias en Blu-Ray de todas las películas las guardo en las cajas de los DVD originales, una simple consideración de caché). ¿Y qué es todo esto sino una enfermedad, eh? ¿No lo es acaso? Es una enfermedad, sí señor. Jhonny, si además me pongo a pensar que a excepción del Episodio V (y por respeto religioso exceptúo también al Episodio IV) personalmente considero que todos los demás episodios cinematográficamente hablando son una absoluta basura... ¿¡cómo caraxos se explica que termine teniendo en mi colección de películas unas películas que considero que son pésimas!?
Bueno, la respuesta es que estoy, como otros muchos millones, enfermo, infectado por el virus Star Wars, un virus que se ha incubado en la mente de millones de ingenuos desde 1977 y se sigue incubando hasta el día de hoy con diversas manifestaciones. En mi caso es la adoración sin sentido de unas peliculetas (exepto una -lo repito-: The Empire Strikes Back) mal actuadas, mal escritas y pesimamente dirigidas. Sí, así es, es la pura verdad, hasta los mismos fanaticoenfermos senior de Star Wars lo aceptan, lo declaran y lo gritan a los cuatro mil vientos... y sin embargo siguen (seguimos) arrastrándose (arrastrándonos) detras de master Lucas. Eso evidencia la enfermedad de la cual sufrimos, la enfermedad que nos "inyectaron" para estar como unos (imaginar la voz de Homero Simpson) babosos consumiendo la mercadería de unas películas que en el mejor de los casos tienen unas cuantas secuencias de acción bastante bien hechas y un despliegue visual impresionante. Creo, Jhonny, que es esto lo que me engancha de la saga y lo que hace que de vez en cuando ponga algún disco y vea algunas secuencias de alguna de las películas. Y como ahora, bajo la égida de Disney, se van a producir los Episodios VII, VIII y IX... pues ni yo ni otros millones tenemos esperanza de cura alguna y seguiremos como unos (otra vez imaginar la voz de Homero Simpson) babosos detras de la franquicia más productiva del mundo del Cine. Aunque tal vez las cosas mejoren...
Em, no, no creo que esto sea una mejora, no, para nada... supongo que Disney no permitiría imágenes de ese tipo en sus películas..., ¡por Yoda!, no... algo como esto sería terrible para Star Wars.
¡Oh, J.J! Abrams, futuro director del Episodio VII (y director de las eficaces Star Trek y Star Trek Into Darkness), eres nuestra última esperanza!
Em, sí, pues, claro, Abrams ha demostrado ser un artista con buena mano para la ciencia ficción, la acción y la aventura, pero al convertirse en el director de las dos franquicias más importantes del género CiFi en el cine no creo que llege a fusionar los universos... no sería lógico, ¿no?
Y hablando de la nueva visión de Star Trek... No, mejor eso me lo callo o si no...
Qué, Jhonny, ¿que a santo de qué he escrito todo ese discursirijillo?
Hey, hey, Jhonny, espera un memento... ¿estás diciendo que soy un... fan?
Que, ¿me estás acusando de ser un fan ático?
Oh, ¡por todos los Dioses, Jhonny! ¡Qué desconsideración la tuya! ¿Cómo se te ocurre pensar que soy un fan ático?
Mira, te lo voy a poner bien clarito: los fan áticos son personas completamente enfermas por una causa, causa que los lleva a monosintetizar su existencia alrededor de esa misma causa, es decir que en el caso de la enfermedad de Star Wars el fan atismo (síntoma de la inevitable entrada en el nivel terminal de le enfermedad en sí) se ve en esa gente que vive su vida con adoración infinita e incondicional hacia Star Wars, hace su vida en función de Star Wars (todo lo demás es accesorio) y, en resumidas cuentas, está por completo chalada al starwarizar su psique. Jhonny, por más que he escrito esto que has leído nunca tuve ropa de cama de Star Wars, ni platos, ni tazas, ni cubiertos de Star Wars, ni alfombras de Star Wars, ni adhesivos de pared de Star Wars, ni gorras de Star Wars, ni libros (fuera de los embustes de las películas novelizadas de la primera trilogía) de Star Wars, ni siquiera una puta camiseta de Star Wars, nunca tuve más vaina de Star Wars que los dichosos muñequitos y navecitas de marras y soy capaz de hablar de mil millones de cosas que considero más importantes que la huevaina esa de Star Wars.
Lo ves, Jhonny, no soy, como tú crees, un fan ático, ¿entiendes?
Y dale, ¿cómo que por qué he escrito...?
Ah, claro, es cierto, era para, bueno, fue algo que se escapó, tal vez una explicación innesesaria o una justificación cojuda de mi condición enfermal.
Lo que quería decir es que como consecuencia de la enfermedad adquirida y de una frustración no resuelta en la infancia al no poder coleccionar las figuras de acción del Imperio sucedió algo impensable.
2008, tres años después del estreno de Revenge of the Sith.
La sintomatología que se declaró ese año tuvo un antecedente en 1997, el año del estreno de las versiones especiales de la trilogía original.
Lo encontré en un Blockbuster.
Era una figura de acción de las que salieron junto con los reestrenos.
Un Sandtrooper como el que está al lado derecho.
Bien, lo vi y no pude evitar comprarlo. Se me antojó como un buen adorno para mi escritorio. La figura me pareció muy mona, pero cuando la saqué de la caja y la tuve en mis manos me di cuenta de la falta de articulacioes en donde bebería tener articulaciones y de estar hecho con una proporción corporal casi inhumana y más parecido a una figura de Masters of the Universe gracias al tórax por completo desproporcionado. Bueno, el entusiasmo inicial se esfumó en un triz pero el muñequito siempre estuvo en mi escritorio y me acompañaría durante varios años.
Cuando se estrenó Attack of the Clones Hasbro sacó a la venta varias figuras de los clones de la República, pero de nuevo estas estaban, a mi parecer, mal hechas, poco respetuosas de las proporciones humanas y con articulaciones y movilidad limitadas. No me hice ilusión alguna pues francamente me parecían unas figuras de acción muy mal hechas.
Pasaron los años hasta que en no recuerdo que mes de 2008 vi algo que traería una numerosa consecuencia.
Esta vez fue en Polvos Azules.
Había ido a comprar películas y encontré una tienda que vendía juguetes coleccionables. Me puse a ver todo lo que había en ese pequeño puesto, todo muy interesante, el tipo de cosas que los jugueteros adultos compran para tener de adorno, personajes y objetos de películas, series de televisión y comics hechas en plástico, vinilo o PVC, para todos los gustos y de todo precio.
Y entonces mis ojos se toparon con esto:
¿Dónde, en todo ese tiempo, habían estado estas figuras de los clones de la República tan bien hechas por Hasbro? Creo que fue por la decepción de las figuras que sacaron del Episodio II que no presté mayor atención a los otros lanzamientos de la franquicia. Así que recién di con este soldado de la República mucho después del estreno del Episodio III. En ese dichoso momento la maldita programación subliminal inducida por el maquiavelismo de Lucas desde 1977 se activó (la verdad no sé en dónde pero de que se activó se activó) y la enfermedad, la VERDADERA enfermedad se apoderó de mí. No, no me convertí en un fan ático de Star Wars. Me convertí en algo menos pior pero delicado en su contexto.
Me convertí en un Coleccionista de Clones.
Ojo: no en un fan ático de los clones de la República creados por Lucas y sus lacayos maltratados de Lucasfilms y Lucasarts para las películas y juegos de Star Wars sino en un simple, pero definitivamente infectado, coleccionista (un fan ático de los clones podría decirles el nombre exacto de cada figura, el año y la colección a la que pertenece, en qué película/s o juego/s o cómic/s aparece o de qué parte del universo expandido de Star Wars proviene, si es una figura única, una reedición o una evolución... yo apenas puedo identificar a qué fases pertenecen y en qué parte del universo Star Wars aparecen, así que ¡¡¡ya ven que no soy un fan ático!!!).
Claro que algún sesudo por ahí, tratando de destruir mi teoría acerca de la enfermedad creada por Lucas para que algunas criaturas humanas seamos de una u otra forma alimentadoras directas de su trillonaria maquinaria de mercadería, podría decir que mi llamado síntoma responde a una "necesidad" no satisfecha en la niñez y no a una jilipollez como la que estoy escribiendo.
Se agradece la consideración.
¡Pero por desgracia NO es así!
O, bueno, voy a ser sincero: es miti y miti. ¿Que... no saben qué es esa expresión? Pues mitad y mitad, gansos, miti-miti, años 70s, ¿recuerdan? Así que de hecho el trauma causado en mi niñez por tener que coleccionar a los H.D.P. de los rebelditos sí, definitivamente, sí influyó en mi obsesión por hacerme con todos los clones posibles. Influyó un requetemontón. La carencia de un niño se manifestó en su vida adulta y pudo llenar con éxito ese enorme, triste, frustrante y enorme espacio vacío que se produjo como consecuencia de perder una partida de ¡Yan-Ken-Po! Pero la enfermedad existe, acéctenlo. Por favor acecten mi realidad, no me voltees la cara, soy un serumano. En fin, enfermito estoy, pero por suerte no de gravedad (al menos así lo creo).
La figura en cuestión, un clon perteneciente al 442 Batallón de Asedio (o será Sitio) -para los que insisten en que soy un fan ático: si es que sé esta información es porque está en la foto de arriba en la base en la que está el clon, dato del cual recién me entero-, fue adquirida por quien esto escribe. En el momento en que la compré como único destino le esperaba estar de pie y apuntando su arma en el mueble que tengo para mi computadora de escritorio, un adorno más entre los selectos adornos ("juguetes" coleccionables) que por ese año me acompañaban mientras trabajaba o jugaba en la PC.
Al clon del 442 lo puse al lado de mi antiguamente adquirido sandtrooper... y la verdad es que este último se veía muy feo, deforme, irreal. En fin, el clon ocupó su sitio y...
....y estaba destinado a ser un simple adorno pero...
...pero como ya saben la enfermedad maldita y bla-bla-bla y yada-yada-yada...
A la fecha tengo 114 clones. Mi deseo truncado de la niñez se cumplió y fue más allá de mis infantiles expectativas transformando ese elementoide pútrido escarbado en mi autoestima en un hermoso haz de eterna luz.
Y ya no tengo pesadillas en la noche.
¿Pueden creerlo?
La verdad es que yo no.
No voy a detallar los detalles que me llevaron (desde que mes de 2008 que no me enrecuerdo hasta hoy julio de 2013) a tener la colección actual, ni mis búsquedas en Internet, ni los sitios clave de Lima que encontré, ni mis compras por correo, ni los vericuetos de Mercado Libre... Era una enfermedad, era un enfermo (soy un enfermo).
Aún no estoy curado del todo.
Lo cierto es que a lo largo de mi vida he tenido diferentes etapas de coleccionista: la primera fueron los libros, la segunda los modelos militares a escala, la tercera los discos de música, la quinta las películas. Estos coleccionismos se dieron por etapas, algunos fueron paralelos con otros y algunos persisten hasta hoy, y siempre-siempre para efectos de colección compraba artículos originales (miren, sean honestos con ustedes mismos: es verdaderamente vergonzoso tener una colección sostenida en los pilares de la piratería, una colección de verdad debe estar sostenida en los pilares de la legalidad de la producción; la piratería no sirve para un coleccionista auténtico pues los productos piratas únicamente constituyen un mero paliativo para el abuso del sobreprecio y sobrecosto para garantizar, si la copia está de decente para arriba, la diversión merecida). La sexta manía de colección fueron son clones de Star Wars. Y también tengo una séptima: Macross (a ver quiénes saben a qué me refiero, ¿eh?). Pero el afán por los clones sí que superó con laureles de oro a cualquier otra de mis manías de coleccionista. Era una enfermedad que me obsesionó durante años y aún el día de hoy, cuando casi ya he cumplido mis deseos compulsivos de tener lo que quiero, me sigue conduciendo hacia la búsqueda de nuevas adquisiciones perdidas en el baúl de los juguetes olvidados de sabe qué niñato en sabe Dios qué país de esta Tierra.
114 clones. Todos diferentes entre sí, sea por el tipo de armadura, por la pintura de la misma, por los accesorios, todos distintos. Y todos, a pesar de ser clones de una República en crisis y de un Imperio decadente, todos y cada uno de ellos ahora son sujetos únicos dignos de ser observados en su absoluta individualidad gracias a la enfermiza dedicación de un obseso que durante años ha estado (y sigue estando) detrás del rastro de estas bien hechas figuras de acción.
Y, Jhonny, no le tuve que ganar algo a alguien para poder tenerlas.
NOTAAAAAAAAAASSSSS
Por mi bien mental y físico hay algunas cosas que debo aclarar y admitir:
1.- Mi colección se restringe a los clones "realistas" y no a la serie de figuras de acción de The Clone Wars, que salen de la serie animada del mismo nombre.
2.- Considero que de todas las películas hechas hasta el día de hoy la única que vale la pena considerar como verdadero cine es The Empire Strikes Back; el resto es puro y barato entretenimiento, entre lo malo y lo mediocre, con muchas pinceladas visuales sobresalientes (pero con historias tan flojas y personajes tan mal armados y actores tan mal dirigidos que mejor no sigo haciendo bilis).
3.- Existe un producto en verdad sobresaliente en el universo de Star Wars y es la microserie de dibujos animados Star Wars : Clone Wars (2003), dirigida y producida a nivel ejecutivo por Genndy Tartakovsky, el creador de El Laboratorio de Dexter. La serie ganó 3 premios Emmy y francamente es una obra de arte a nivel visual, de guión y de dirección (a pesar de haber sido escrita por Lucas). Por supuesto que tengo esta joya en mi colección.
4.- La serie animada Star Wars : the Clone Wars (2008) tampoco está nada mal. Con mucho sus historias superan a cualquiera de las películas de la saga (a excepción del Episodio V) y sus personajes generados en ordenador tienen mucha más competencia dramática que sus compañeros de carne y hueso. No, no tengo esta serie en mi colección, pero mi hijo sí la tiene completa (en bluray piratita nomás).
5.- Es patético ver que algunos de los cortos hechos para los juegos del universo Star Wars son muestras excepcionales de como la incompetencia de un energúmeno (Lucas) puede echar a perder un producto. Si tan solo Lucas hubiera cedido la dirección de los Episodios II y III (concedámosle la dirección del I) a alguno de sus directores de animación de Lucasarts hubiésemos tenido otra opinión de la película y hubiéramos visto el verdadero poder de los Jedi y los Sith. Para muestra este botón.
6.- Con respecto a los juegos para PC y plataformas... em, ya, también son buenos productos. Pero los mejores que han hecho son la serie juegos de simuladores de combate de las series X-Wing y Tie Fighter. Hasta el día de hoy y a pesar de unos gráficos fuera de época (los juegos nacen en 1993 y su última entrega salió en 1999) son simuladores de combate en el espacio más que adictivos, "realistas" en la medida de lo posible y algunas misiones son en verdad frustrantes por lo difíciles que pueden ser -muchas de ellas no las he concluido-. Yo aún los tengo, y la verdad es que al plantear casi ilimitadas posibilidades de acción no me canso de jugarlos.
7.- Fuera de las noveletas de la trilogía original nunca he leído un libro o un cómic de Star Wars ni del universo expandido... aunque sí me gustaría leer Shadows of the Empire, una novela tan bien considerada que tiene un juego y una banda sonora propias; y encontrar el cómic Entrenched, que narra lo que no se vio de la batalla de Hoth.
8.- No lo mencioné atrás pero al tiempo que compraba los clones de mi actual colección empecé a comprar ¡¡¡LAS NAVES!!! de los rebeldes ¡¡¡EN TAMAÑO GRANDE ACORDE CON LAS FIGURAS DE ACCIÓN!!!... Vaya, para alguien que aceptó a regañadientes esos juguetes rebeldes comprar los nuevos, los del siglo XXI, suena a contradicción. Fue sin embargo porque las naves rebeldes, al tener diferentes formas, se me hicieron más atractivas que los casi homogéneos cazas del Imperio. Al final acabé comprando casi todas las naves caza no Imperiales en gran escala de todos los episodios de la franquicia... lo cual me ocasionó un tremendo problema de espacio. Y después de varios años de disfrutarlas (en exhibición) opté por venderlas y reemplazar una voluminosa colección por una bastante más pequeña pero mucho más precisa y con unos detalles -a pesar del tamaño- fuera de serie: maquetas a escala 1/144 de la marca japonesa F-Toys, unas joyitas dignas de coleccionar (me he quedado con tres de las naves grandes: la X-Wing de Luke Skywalker del Episodio IV a escala de proporción real con las X-Wing "verdaderas" y con sonidos de la película, una verdadera joya de colección; el Jedi Starfighter Delta 7 modificado de Anakin Skywalker de la serie Star Wars: Clone Wars... que lo tengo porque aún no lo han comprado; y el espectacular V-Wing Fighter, uno de los cazas menos conocidos de la saga y al mismo tiempo uno de los de diseño más ingenioso).
7.- Y, Jhonny, escucha bien, a pesar de todo lo escrito en esta entrada YO - NO - SOY - UN -FAN - ÁTICO - DE - STAR - WARS.
Em, sí, pues, claro, Abrams ha demostrado ser un artista con buena mano para la ciencia ficción, la acción y la aventura, pero al convertirse en el director de las dos franquicias más importantes del género CiFi en el cine no creo que llege a fusionar los universos... no sería lógico, ¿no?
Y hablando de la nueva visión de Star Trek... No, mejor eso me lo callo o si no...
Qué, Jhonny, ¿que a santo de qué he escrito todo ese discursirijillo?
Hey, hey, Jhonny, espera un memento... ¿estás diciendo que soy un... fan?
Que, ¿me estás acusando de ser un fan ático?
Oh, ¡por todos los Dioses, Jhonny! ¡Qué desconsideración la tuya! ¿Cómo se te ocurre pensar que soy un fan ático?
Mira, te lo voy a poner bien clarito: los fan áticos son personas completamente enfermas por una causa, causa que los lleva a monosintetizar su existencia alrededor de esa misma causa, es decir que en el caso de la enfermedad de Star Wars el fan atismo (síntoma de la inevitable entrada en el nivel terminal de le enfermedad en sí) se ve en esa gente que vive su vida con adoración infinita e incondicional hacia Star Wars, hace su vida en función de Star Wars (todo lo demás es accesorio) y, en resumidas cuentas, está por completo chalada al starwarizar su psique. Jhonny, por más que he escrito esto que has leído nunca tuve ropa de cama de Star Wars, ni platos, ni tazas, ni cubiertos de Star Wars, ni alfombras de Star Wars, ni adhesivos de pared de Star Wars, ni gorras de Star Wars, ni libros (fuera de los embustes de las películas novelizadas de la primera trilogía) de Star Wars, ni siquiera una puta camiseta de Star Wars, nunca tuve más vaina de Star Wars que los dichosos muñequitos y navecitas de marras y soy capaz de hablar de mil millones de cosas que considero más importantes que la huevaina esa de Star Wars.
Lo ves, Jhonny, no soy, como tú crees, un fan ático, ¿entiendes?
Y dale, ¿cómo que por qué he escrito...?
Ah, claro, es cierto, era para, bueno, fue algo que se escapó, tal vez una explicación innesesaria o una justificación cojuda de mi condición enfermal.
Lo que quería decir es que como consecuencia de la enfermedad adquirida y de una frustración no resuelta en la infancia al no poder coleccionar las figuras de acción del Imperio sucedió algo impensable.
2008, tres años después del estreno de Revenge of the Sith.
La sintomatología que se declaró ese año tuvo un antecedente en 1997, el año del estreno de las versiones especiales de la trilogía original.
Lo encontré en un Blockbuster.
Era una figura de acción de las que salieron junto con los reestrenos.
Un Sandtrooper como el que está al lado derecho.
Bien, lo vi y no pude evitar comprarlo. Se me antojó como un buen adorno para mi escritorio. La figura me pareció muy mona, pero cuando la saqué de la caja y la tuve en mis manos me di cuenta de la falta de articulacioes en donde bebería tener articulaciones y de estar hecho con una proporción corporal casi inhumana y más parecido a una figura de Masters of the Universe gracias al tórax por completo desproporcionado. Bueno, el entusiasmo inicial se esfumó en un triz pero el muñequito siempre estuvo en mi escritorio y me acompañaría durante varios años.
Cuando se estrenó Attack of the Clones Hasbro sacó a la venta varias figuras de los clones de la República, pero de nuevo estas estaban, a mi parecer, mal hechas, poco respetuosas de las proporciones humanas y con articulaciones y movilidad limitadas. No me hice ilusión alguna pues francamente me parecían unas figuras de acción muy mal hechas.
Pasaron los años hasta que en no recuerdo que mes de 2008 vi algo que traería una numerosa consecuencia.
Esta vez fue en Polvos Azules.
Había ido a comprar películas y encontré una tienda que vendía juguetes coleccionables. Me puse a ver todo lo que había en ese pequeño puesto, todo muy interesante, el tipo de cosas que los jugueteros adultos compran para tener de adorno, personajes y objetos de películas, series de televisión y comics hechas en plástico, vinilo o PVC, para todos los gustos y de todo precio.
Y entonces mis ojos se toparon con esto:
¿Dónde, en todo ese tiempo, habían estado estas figuras de los clones de la República tan bien hechas por Hasbro? Creo que fue por la decepción de las figuras que sacaron del Episodio II que no presté mayor atención a los otros lanzamientos de la franquicia. Así que recién di con este soldado de la República mucho después del estreno del Episodio III. En ese dichoso momento la maldita programación subliminal inducida por el maquiavelismo de Lucas desde 1977 se activó (la verdad no sé en dónde pero de que se activó se activó) y la enfermedad, la VERDADERA enfermedad se apoderó de mí. No, no me convertí en un fan ático de Star Wars. Me convertí en algo menos pior pero delicado en su contexto.
Me convertí en un Coleccionista de Clones.
Ojo: no en un fan ático de los clones de la República creados por Lucas y sus lacayos maltratados de Lucasfilms y Lucasarts para las películas y juegos de Star Wars sino en un simple, pero definitivamente infectado, coleccionista (un fan ático de los clones podría decirles el nombre exacto de cada figura, el año y la colección a la que pertenece, en qué película/s o juego/s o cómic/s aparece o de qué parte del universo expandido de Star Wars proviene, si es una figura única, una reedición o una evolución... yo apenas puedo identificar a qué fases pertenecen y en qué parte del universo Star Wars aparecen, así que ¡¡¡ya ven que no soy un fan ático!!!).
Claro que algún sesudo por ahí, tratando de destruir mi teoría acerca de la enfermedad creada por Lucas para que algunas criaturas humanas seamos de una u otra forma alimentadoras directas de su trillonaria maquinaria de mercadería, podría decir que mi llamado síntoma responde a una "necesidad" no satisfecha en la niñez y no a una jilipollez como la que estoy escribiendo.
Se agradece la consideración.
¡Pero por desgracia NO es así!
O, bueno, voy a ser sincero: es miti y miti. ¿Que... no saben qué es esa expresión? Pues mitad y mitad, gansos, miti-miti, años 70s, ¿recuerdan? Así que de hecho el trauma causado en mi niñez por tener que coleccionar a los H.D.P. de los rebelditos sí, definitivamente, sí influyó en mi obsesión por hacerme con todos los clones posibles. Influyó un requetemontón. La carencia de un niño se manifestó en su vida adulta y pudo llenar con éxito ese enorme, triste, frustrante y enorme espacio vacío que se produjo como consecuencia de perder una partida de ¡Yan-Ken-Po! Pero la enfermedad existe, acéctenlo. Por favor acecten mi realidad, no me voltees la cara, soy un serumano. En fin, enfermito estoy, pero por suerte no de gravedad (al menos así lo creo).
La figura en cuestión, un clon perteneciente al 442 Batallón de Asedio (o será Sitio) -para los que insisten en que soy un fan ático: si es que sé esta información es porque está en la foto de arriba en la base en la que está el clon, dato del cual recién me entero-, fue adquirida por quien esto escribe. En el momento en que la compré como único destino le esperaba estar de pie y apuntando su arma en el mueble que tengo para mi computadora de escritorio, un adorno más entre los selectos adornos ("juguetes" coleccionables) que por ese año me acompañaban mientras trabajaba o jugaba en la PC.
Al clon del 442 lo puse al lado de mi antiguamente adquirido sandtrooper... y la verdad es que este último se veía muy feo, deforme, irreal. En fin, el clon ocupó su sitio y...
....y estaba destinado a ser un simple adorno pero...
...pero como ya saben la enfermedad maldita y bla-bla-bla y yada-yada-yada...
A la fecha tengo 114 clones. Mi deseo truncado de la niñez se cumplió y fue más allá de mis infantiles expectativas transformando ese elementoide pútrido escarbado en mi autoestima en un hermoso haz de eterna luz.
Y ya no tengo pesadillas en la noche.
¿Pueden creerlo?
La verdad es que yo no.
No voy a detallar los detalles que me llevaron (desde que mes de 2008 que no me enrecuerdo hasta hoy julio de 2013) a tener la colección actual, ni mis búsquedas en Internet, ni los sitios clave de Lima que encontré, ni mis compras por correo, ni los vericuetos de Mercado Libre... Era una enfermedad, era un enfermo (soy un enfermo).
Aún no estoy curado del todo.
Lo cierto es que a lo largo de mi vida he tenido diferentes etapas de coleccionista: la primera fueron los libros, la segunda los modelos militares a escala, la tercera los discos de música, la quinta las películas. Estos coleccionismos se dieron por etapas, algunos fueron paralelos con otros y algunos persisten hasta hoy, y siempre-siempre para efectos de colección compraba artículos originales (miren, sean honestos con ustedes mismos: es verdaderamente vergonzoso tener una colección sostenida en los pilares de la piratería, una colección de verdad debe estar sostenida en los pilares de la legalidad de la producción; la piratería no sirve para un coleccionista auténtico pues los productos piratas únicamente constituyen un mero paliativo para el abuso del sobreprecio y sobrecosto para garantizar, si la copia está de decente para arriba, la diversión merecida). La sexta manía de colección fueron son clones de Star Wars. Y también tengo una séptima: Macross (a ver quiénes saben a qué me refiero, ¿eh?). Pero el afán por los clones sí que superó con laureles de oro a cualquier otra de mis manías de coleccionista. Era una enfermedad que me obsesionó durante años y aún el día de hoy, cuando casi ya he cumplido mis deseos compulsivos de tener lo que quiero, me sigue conduciendo hacia la búsqueda de nuevas adquisiciones perdidas en el baúl de los juguetes olvidados de sabe qué niñato en sabe Dios qué país de esta Tierra.
114 clones. Todos diferentes entre sí, sea por el tipo de armadura, por la pintura de la misma, por los accesorios, todos distintos. Y todos, a pesar de ser clones de una República en crisis y de un Imperio decadente, todos y cada uno de ellos ahora son sujetos únicos dignos de ser observados en su absoluta individualidad gracias a la enfermiza dedicación de un obseso que durante años ha estado (y sigue estando) detrás del rastro de estas bien hechas figuras de acción.
Y, Jhonny, no le tuve que ganar algo a alguien para poder tenerlas.
NOTAAAAAAAAAASSSSS
Por mi bien mental y físico hay algunas cosas que debo aclarar y admitir:
1.- Mi colección se restringe a los clones "realistas" y no a la serie de figuras de acción de The Clone Wars, que salen de la serie animada del mismo nombre.
2.- Considero que de todas las películas hechas hasta el día de hoy la única que vale la pena considerar como verdadero cine es The Empire Strikes Back; el resto es puro y barato entretenimiento, entre lo malo y lo mediocre, con muchas pinceladas visuales sobresalientes (pero con historias tan flojas y personajes tan mal armados y actores tan mal dirigidos que mejor no sigo haciendo bilis).
3.- Existe un producto en verdad sobresaliente en el universo de Star Wars y es la microserie de dibujos animados Star Wars : Clone Wars (2003), dirigida y producida a nivel ejecutivo por Genndy Tartakovsky, el creador de El Laboratorio de Dexter. La serie ganó 3 premios Emmy y francamente es una obra de arte a nivel visual, de guión y de dirección (a pesar de haber sido escrita por Lucas). Por supuesto que tengo esta joya en mi colección.
4.- La serie animada Star Wars : the Clone Wars (2008) tampoco está nada mal. Con mucho sus historias superan a cualquiera de las películas de la saga (a excepción del Episodio V) y sus personajes generados en ordenador tienen mucha más competencia dramática que sus compañeros de carne y hueso. No, no tengo esta serie en mi colección, pero mi hijo sí la tiene completa (en bluray piratita nomás).
5.- Es patético ver que algunos de los cortos hechos para los juegos del universo Star Wars son muestras excepcionales de como la incompetencia de un energúmeno (Lucas) puede echar a perder un producto. Si tan solo Lucas hubiera cedido la dirección de los Episodios II y III (concedámosle la dirección del I) a alguno de sus directores de animación de Lucasarts hubiésemos tenido otra opinión de la película y hubiéramos visto el verdadero poder de los Jedi y los Sith. Para muestra este botón.
6.- Con respecto a los juegos para PC y plataformas... em, ya, también son buenos productos. Pero los mejores que han hecho son la serie juegos de simuladores de combate de las series X-Wing y Tie Fighter. Hasta el día de hoy y a pesar de unos gráficos fuera de época (los juegos nacen en 1993 y su última entrega salió en 1999) son simuladores de combate en el espacio más que adictivos, "realistas" en la medida de lo posible y algunas misiones son en verdad frustrantes por lo difíciles que pueden ser -muchas de ellas no las he concluido-. Yo aún los tengo, y la verdad es que al plantear casi ilimitadas posibilidades de acción no me canso de jugarlos.
7.- Fuera de las noveletas de la trilogía original nunca he leído un libro o un cómic de Star Wars ni del universo expandido... aunque sí me gustaría leer Shadows of the Empire, una novela tan bien considerada que tiene un juego y una banda sonora propias; y encontrar el cómic Entrenched, que narra lo que no se vio de la batalla de Hoth.
8.- No lo mencioné atrás pero al tiempo que compraba los clones de mi actual colección empecé a comprar ¡¡¡LAS NAVES!!! de los rebeldes ¡¡¡EN TAMAÑO GRANDE ACORDE CON LAS FIGURAS DE ACCIÓN!!!... Vaya, para alguien que aceptó a regañadientes esos juguetes rebeldes comprar los nuevos, los del siglo XXI, suena a contradicción. Fue sin embargo porque las naves rebeldes, al tener diferentes formas, se me hicieron más atractivas que los casi homogéneos cazas del Imperio. Al final acabé comprando casi todas las naves caza no Imperiales en gran escala de todos los episodios de la franquicia... lo cual me ocasionó un tremendo problema de espacio. Y después de varios años de disfrutarlas (en exhibición) opté por venderlas y reemplazar una voluminosa colección por una bastante más pequeña pero mucho más precisa y con unos detalles -a pesar del tamaño- fuera de serie: maquetas a escala 1/144 de la marca japonesa F-Toys, unas joyitas dignas de coleccionar (me he quedado con tres de las naves grandes: la X-Wing de Luke Skywalker del Episodio IV a escala de proporción real con las X-Wing "verdaderas" y con sonidos de la película, una verdadera joya de colección; el Jedi Starfighter Delta 7 modificado de Anakin Skywalker de la serie Star Wars: Clone Wars... que lo tengo porque aún no lo han comprado; y el espectacular V-Wing Fighter, uno de los cazas menos conocidos de la saga y al mismo tiempo uno de los de diseño más ingenioso).
7.- Y, Jhonny, escucha bien, a pesar de todo lo escrito en esta entrada YO - NO - SOY - UN -FAN - ÁTICO - DE - STAR - WARS.
Jhonny, el H.D.P.C.S.M. de Lucas estuvo muy loco... Uatafak!